SIMONE WEIL. La amistad pura
http://www.narceaediciones.es/libreria/NC_detalle.asp?idLibro=1062Sylvia María Valls [SMV]
Notas tomadas del ensayo de Micheline Mazeau, Cahiers pour l’étude de la pensée de Simone Weil,
Tomo lX, nos. 2 y 3, 1986. Citado en las cápsulas trasmitidas por
Radio Mexiquense en Valle de Bravo durante la semana del 14
de febrero, 2009. Con [SMV] señalo mis comentarios. Mis
traducciones.
[Weil]
piensa que la pasión, tal cual lo dice la palabra, al igual que en
la pasión de Cristo, significa padecer… Primero porque es el hecho
de una toma de posesión del cuerpo sobre el espíritu. Descartes:
que las pasiones comienzan a trastornar el juicio antes de deformar las
acciones. Llevan a la incoherencia, mezcla insoportable de amor y de
odio, como sucede con el celo, lucha entre el deber y la pasión.
S.W. llega a ver afinidad entre la pasión y la locura por el hecho de
que los factores subjetivos le llevan la delantera a la razón.
Doblemente impura la pasión: nos impide ser sinceros con nosotros mismos
y esto es algo contradictorio… no soporta la distancia… la ausencia del
ser amado es insoportable; el deseo de destruirse, de suicidarse por el
ser amado que proviene de no poder conciliar el sentimiento de la
propia existencia y de la otra persona. No tomarse a sí mismo en
consideración es una falta vs la razón. Entonces, la pasión
significa:
· subordinación
del espíritu/mente al cuerpo, incoherencia, ceguera, contradicción,
esclavitud, rechazo de la separación, de la distancia, predominio de la
imaginación.
Su
director de disertación René la Senne la describe como emotiva, activa…
apasionada (y ella se echa a llorar). Pero SW también dice que
las pasiones son buenas siempre y cuando se sepa regresarlas al
nivel de los sentimientos, que un ser apasionado tiene mucha
fuerza sólo que no sabe dirigir/conducirlas… Sin afectos no
actuaría uno (pero) piensa que hay que saber utilizar los afectos para
actuar y no para destruir. Dice que hay que entrenar al cuerpo para que éste pueda servir al espíritu/mente.
[SMV:
Aquí recuerdo la insistencia del Don Juan de Carlos Castaneda al efecto
de que “el cuerpo encierra en él las llaves del reino”… (cito a CC
de su carta a mí fechada el 24 de mayo de 1973, justo en mi trigésimo
cuarto cumpleaños…). Por cierto que: Mircea Eliade, el historiador
de las religiones, dijo haberse sorprendido en
extremo ante el itinerario intelectual de Simone Weil que a él le
resultara tan “virtualmente idéntico” al de los chamánes siberianos
entre los que trabajó.]
Pero,
desgraciadamente, comenta Micheline Mazeau, Simone Weil va a echarle la
culpa sobre todo al cuerpo de los males provocados por la pasión… [SMV:
Aquí concuerdo con ella en que, no habiendo conocido el amour-passion carnal, Simone Weil no podía juzgar este asunto en pleno conocimiento de causa… (más sobre esto al rato…)]
Ahora
bien, explica M.M., nunca hizo Simone Weil un estudio sobre la función
sexual en su conjunto y su vida de célibe total la deja fuera del juego…
Para ella “sólo el amor sobrenatural es libre” y piensa que el amor
natural (carnal) es esclavitud y tiende a subyugar. Se pregunta si
“entre los goces que perturban la mente haya alguno que no esté
relacionado/aliado al poder/ al mando sobre otro ser”.
La ausencia de poder y dominio sobre el otro no le parece posible --al
menos en la unión carnal común. La confunde así que la unión
carnal resulte necesaria para la procreación… Y es que el deseo le
parece una violación para el ser amado. “Poseer” para ella es
“ensuciar”… “Ensuciar es modificar. Es tocar, querer cambiar. Lo bello
es lo que no se puede querer cambiar. Ejercer el poder sobre algo es
manchar. Poseer es ensuciar”.
[SMV:
En lo personal, Simone Weil no aguantaba ser abrazada muy fuerte
o efusivamente, como si se sintiera atrapada, cohibida… por ello.
Concuerdo con Mazeau en que va demasiado lejos en su condena del sexo,
aunque mucho de lo que dice al respecto parece bien cierto… El rechazo
de la sexualidad en ella está, al igual que en las Enseñanzas de Don Juan,
relacionado a la idea de la función de la energía sexual y de la
castidad, aunque el brujo Don Juan (cuyo nombre de seductor es otra
clave cifrada de los libros de CC…) no le cierra la puerta enteramente a
la posibilidad de una trascendencia por medio del acto sexual. Por lo
demás, sin embargo, son idénticos en creencia y recomendación…
]
Retomando
la exposición de MM, apunta ésta que: * Teóricamente el cuerpo, en
la espiritualidad weiliana, tiene un status considerable. No es
el producto de un demiurgo (malo) como pensaban los cátaros. Para
ella, si la carne es un velo entre Dios y nosotros, también es un
instrumento de salvación, “una levadura mediante la cual el alma actúa
sobre el alma”. Ambos recalcan la importancia de no malgastar
la propia vida. Weil observa: “Puedo empujar mi cuerpo
hacia el bien más lejos de donde se encuentra el alma; entonces, el
cuerpo arrastra al alma con él” (la cita proviene de su libro Connaissance surnaturelle, conocimiento sobrenatural…).
[SMV:
No puedo enfatizar lo suficientemente la perfecta coincidencia
aquí en relación a las enseñanzas de Don Juan… y lo
sorprendente que resulta esto ante dos figuras tan diametralmente
opuestas como han sido la Virgen Roja y el “Coyote” de la saga
castanediense, por lo menos en lo que se refiere al aspecto “personal”
de sus respectivas identidades… En el ámbito de lo “impersonal” dan
muestra de coincidir muy católicamente en un conocimiento que de esta
forma se muestra validado, siendo justamente "universal", es decir,
auténticamente "católico" y no ya persistentemente deformado por el
prisma romano de lo que será o no será “pecado”...]
Simone Weil comenta el discurso de Aristófanes en El Banquete de Platón:
“Nuestra
desdicha es encontrarnos en estado de dualidad, desdicha que resulta de
una mancha original de orgullo y de injusticia. La división de los
sexos es sólo una imagen sensible de este estado de dualidad que es
nuestra tara esencial, y la unión carnal es una apariencia engañosa como
remedio de ella. Pero el deseo de salirnos de la dualidad es la marca
del amor en nosotros y sólo el Dios Amor nos regresará de esta dualidad a
la unidad que es nuestro soberano bien”.
Otra
idea que encontramos en ella es que “En el fondo los placeres de los
sentidos, como tales, son lo único que hay de realmente inocente… Placer
de la vista (colores, formas), del oído (sonidos dulces), del paladar…
de los músculos en el ejercicio… todo eso es sano siempre y cuando el
alma no busque perderse en ello para colmar un vacío” (citado de la
biografía de Simone Weil por Simone Pétrement, publicada en español por
la ed. Trotta).
Veía
en la unión carnal una tentativa por colmar el vacío y esto para ella
era el resultado de una ilusión de la imaginación puesto que semejante
unión no podría colmar el vacío”. Narciso: “Se pide a sí mismo ser
otro para amarse. El amante le pide a la amante que se convierta en él.
(Sólo Dios es él mismo y otro.)” (citado de sus Cahiers, II…
los Cuadernos de SW, a distinguirse de los Cuadernos de la Asociación
arriba mencionados donde aparece el artículo que anoto, traduciendo lo
esencial… ) “El amor carnal, bajo todas sus formas, desde la más
alta, desde el verdadero amor platónico, hasta la más baja, hasta la débauche —tiene como objeto la belleza del mundo” (cita de Attente de Dieu/A la espera de Dios…).
Dice
SW que el amor dirigido al espectáculo de los cielos, de las planicies,
de la mar, de las montañas, sus mil ligeros ruidos, las ráfagas
del viento, el calor del sol, este amor que todo ser presiente por lo
menos un momento, es un amor incompleto, doloroso, porque se dirige a
cosas incapaces de responder, a la materia. Los seres humanos desean
entregarle ese amor a un ser que se les parezca, de responder al amor,
de decir sí, de entregarse. El sentimiento de la belleza a veces
ligado al aspecto de un ser humano hace posible la transferencia. “Pero
es la belleza del mundo, la belleza universal hacia la que se dirige el
deseo…”
La
importancia de la fidelidad en el amor proviene de que “todo lo que se
relacione a la belleza debe quedar sustraído al transcurso del
tiempo. La belleza es la eternidad aquí abajo, es presencia real
de Dios aquí abajo” (ibid.) Y es que el deseo de amar en un
ser humano la belleza del mundo es esencialmente el deseo de la
Encarnación. Sólo por error se piensa que pueda ser otra cosa.
Solo la Encarnación puede satisfacer ese deseo.
También
a los místicos se les reprocha muy equivocadamente el empleo del
lenguaje amoroso. Ellos son sus legítimos propietarios. Los otros
sólo tienen derecho de tomarlo prestado”. Así que el alma,
inconscientemente, a través de la belleza sensible busca a Dios, y, como
sucede con las enseñanzas de Don Juan, si la energía sexual no es mala
en sí, ni por mucho, hay una especie de desvío de la función de esta
energía en la unión carnal consumada, ya que esta energía en realidad
está destinada al Amor de Dios. Y piensa ver en el hecho de que para el
ser humano la energía sexual existe en cualquier época del año una
muestra de que esta energía no está destinada a un uso natural sino al
amor de Dios.
En
el seno de la castidad (que ella propone) asistimos a una especie de
rehabilitación del deseo [SMV: Al igual que con Don Juan] “porque es tan
valioso es igualmente importante no satisfacerlo” sino que hay que
reservarlo… Eros esencialmente es la Energía suplementaria.
Esta energía suplementaria es de todo lo que disponemos para el
Amor. El Amor Profano y el Amor de Dios provienen del mismo lugar. (Conocimiento sobrenatural…)
Estás sobre
una carretera con dos vías por delante: “una energía
suplementaria nos ha sido otorgada por Dios… Algunos la hacen salir de
sí mismos con el acompañamiento de la voluptuosidad. Otros se la
dan a comer a la mejor parte de su alma”…
[SMV:
Esto como se verá es puro Castaneda, sólo que su Don Juan habla
del “poder” que hay que “acumular” para lograr que el “Nagual” (que está
como agazapado “debajo de la mesa”, decía CC) de alguna forma se trepe
“sobre la mesa”… --y una vez que lo ha logrado, ya nunca cambia de
lugar… siempre seguirá sobre la mesa… no hay quien lo destrone…” :
aquí he citado verbatim al "brujo" de mi juventud…).]
La Castidad.
Gran
elogio de la castidad en su obra. La inspiración occitana –del
Amor Cortés (asimilado al amor platónico): “. . . el amor cortés tenía
por objeto un ser humano; pero no se trataba de un deseo de
posesión. Se trataba de una espera dirigida hacia el ser amado
cuyo consentimiento requiere”. A este consentimiento le llaman Merci,
la gracia (términos relacionados). “Semejante amor en su plenitud
es Amor de Dios a través del ser amado: En el país de Oc [en lengua
occitana, oc=sí]
como en Grecia, el amor humano fue uno de los puentes entre el hombre y
Dios”. . . . Para que la castidad pueda tener semejante
fruto—alcanzar la unión con Dios—tiene que haber un desapego total…
“todo apego es de la misma naturaleza que la sexualidad. En esto Freud
tiene razón (pero sólo en eso, dice*). . . Habla de las solteronas
apegadas a “los pericos, perros, sobrinos, pisos encerados”. . . No han
recogido el fruto de la castidad porque no han sido castas.
“Castidad, pobreza y obediencia” son inseparables. Aquí reencuentra los
preceptos de la ascética cristiana. Pero la transferencia se puede hacer
sobre todas las cosas, un partido, un falso Dios . . . Hay falsos
místicos que sólo buscan una situación de privilegio. ¿Cómo es que
nuestro deseo va a escapar a todas esas tentaciones? La belleza
sirve como mediación.**
*
“El freudismo sería absolutamente cierto si el pensamiento en él no
estuviera orientado de tal manera que resulta absolutamente falso. (Cahiers III,
p.98) “Reprocharle a los místicos amar a Dios con la facultad del
amor sexual es como si se le reprochara a un pintor el hacer cuadros con
colores que están compuestos de sustancias materiales. No tenemos otra
cosa con qué amar. Podría hacérsele, por lo demás, el mismo reproche a
un hombre que ama a una mujer. El freudismo en su totalidad se encuentra
saturado del mismo prejuicio que se ha dado por misión combatir: a
saber, que todo lo que es sexual es vil”. [ibid…]
**La
belleza está desnuda, no disfrazada por la imaginación. Hay presencia
real de Dios en todas las cosas no encubiertas por la imaginación ( . .
.) Lo bello captura la finalidad en nosotros y la vacía de un fin,
captura el deseo y lo vacía de objeto, dándole un objeto presente e
impidiéndole así lanzarse hacia el futuro”. El precio del amor
casto es que el goce está en el futuro.
Igual
que Platón [y que "Don Juan"] veía en la castidad una especie de
auto-fecundación del hombre, la idea de los antiguos de que tanto en los
niños como en los hombres castos la esperma circulaba en la sangre, en
lugar de “tirarla” ["de la cintura para abajo" aclaro yo] al retenerse,
esa energía lo engendra a él, engendra en el mismo ser una energía
superior. Esta energía va a ser creadora.
Los
artistas “necesitan excitarse para producir en su organismo la energía
necesaria a su arte. Pero la satisfacción, lejos de ayudarles, les roba
una parte de la energía de esta forma suscitada. Si de todas formas
crean es porque les queda o les sobra la suficiente”. Dios
engendrándose eternamente a sí mismo. [SMV: De ahí la insistencia
de Don Juan Castaneda de no “regarla”…]
El único amor posible para Simone Weil será el amor casto o el amor-amistad.
El amor casto o el amor-amistad.
A
los quince años Simone Weil se forja la imagen del amigo desconocido
que quizá algún día conocería. Sabemos de su experiencia de un encuentro
personal con Cristo cuando vivía en el sur de Francia, durante las
postrimerías de la segunda guerra mundial y de su experiencia a las
puertas de la misma iglesia en la que San Francisco solía rezar (sintió
gran amor por la figura de San Francisco, hoy asociado a la idea de la
ecología, un poco el “santo” patrón de ella además de patrón de
nuestra bella villa antigua y querida, Valle de Bravo…”pueblo
amigo”).
De
la amistad dice que no debe buscársela para curarse de los males de la
soledad (que buscar escapar de la soledad es una cobardía) sino que ésta
debe “redoblar los goces de la soledad”. No se busca, no se la
sueña ni desea sino que se la ejerce: es una virtud. Desear la amistad
es una falta. La amistad también puede no ser casta. Si proyectamos la
mirada hacia el futuro, es impura; si fantaseamos, depende de la
imaginación. Cita la definición de Pitágoras al efecto de que la amistad
es “una igualdad hecha de armonía” – y esta armonía tiene el sentido de
la unión de los contrarios.
Contrarios
somos yo y el otro –tan distantes que sólo en Dios pueden tener su
unidad. “La amistad entre los humanos y la justicia son una sola y
misma cosa”. La armonía también es proporción. Por eso
critica a Santo Tomás de Aquino y al filósofo católico Jacques Maritain
que lo cita cuando separan a la amistad de la justicia y dicen que ésta
es la unión de dos seres que llegan a ser iguales entre ellos y que se
parecen. ¿Cómo pudo entonces Cristo ser amigo de sus discípulos?,
se pregunta. Para ella Aristóteles es el árbol cuyo fruto siempre
está podrido. No le cabe duda en cuanto al verdadero genio de
Platón (y por asociación de San Agustín), mientras que de Aristóteles
sólo puede decirse que tuvo talento, al igual que su continuador Sto.
Tomás.
Le
escribe a su patrón y amigo Gustave Thibon que las divergencias
por el contrario son preciosas en la amistad porque nos obligan a ser
justos: las diferencias entre los amigos obligan a reconocer a un
espíritu/ a una mente que no es la mía sino la del otro, lo cual, dice,
es un verdadero acto de amor. Así se ama a un ser tal cual él es y no
como me lo quiero imaginar. Y hay armonía porque aquí hay una unidad
sobrenatural entre dos contrarios que son la necesidad y la libertad,
los contrarios que Dios creo al crear el mundo y a los hombres.
Hay
igualdad porque se desea conservar la facultad de libre consentimiento
en uno mismo y en el otro. Para ella este deseo de preservar la
autonomía en uno mismo y en el otro es algo prácticamente sobrenatural.
Dice que la amistad es un milagro:
“La amistad es el milagro por medio del cual un ser humano acepta mirar
desde la distancia y sin acercarse al ser mismo que le es tan necesario
como le es necesario un alimento” (A.D., “A la espera de Dios”).
La
distancia para ella es la condición necesaria sin la cual no existe
pureza en la amistad. Recomienda cierta indiferencia que en este caso no
es falta de interés sino el deseo de no ver al amigo como una fuente
posible de satisfacción de una carencia. Donde hay necesidad puede haber
dominación (y por lo tanto, pérdida de libertad de ambas partes).
Y no tenemos más derecho de disponer de los demás de lo que
tenemso de renunciar a la libre disposición de nosotros mismos a
favor del otro.
Sus
amigos fueron testigo de que ella realmente añoraba intensamente la
ternura, la comunión, la amistad. El encuentro con el amigo y la
separación, la distancia, son dos formas de la amistad y contienen el
mismo bien, dice, en un caso como placer y en el otro como dolor/pena.
Lo bueno de la distancia reside en el respeto del otro. Dos seres
que se aman aceptan ser dos y van a excluir toda relación de dominio.
Toda amistad es impura si en ella se halla cualquier vestigio del deseo
de agradar o de que el otro nos agrade. En una amistad perfecta
estos dos deseos están totalmente ausentes. Los dos amigos aceptan
enteramente ser dos y no uno. Sólo en Dios tiene el hombre derecho
de desear esa unión directa.
La
amistad, así, debe en efecto ejercerse como una virtud. Una
amistad verdadera es de cierta forma algo eterno. El desapego consiste
en repetirse a uno mismo que aquél al que uno ama puede morir, puede ya
estar muerto en el momento en que se piensa en él, en amarlo así y
aceptar tal eventualidad. Aquéllos a quienes amamos y que nos aman
les dan una existencia objetiva, al discernirlos, a ciertos valores que
hay en nosotros. Somos como un compuesto de esos valores. Cuando un
amigo muere uno sufre una amputación. Igualmente, al cambiar de
medio, de condición social, uno realmente cambia de ser. Dice que
uno es algo o alguien gracias a los amigos, pero que finalmente lo mejor
es no ser nada.
[Don
Juan Castaneda aconsejaba “borrar la historia personal" como una
fórmula de acceso al “nagual”… Simone Weil por su parte se refiere al
ámbito de lo impersonal,
fórmula a su vez utilizada por ella en su esfuerzo por no alienar a
los ateos, a quienes la palabra Dios produce un inmediato
rechazo. Pero hay que recordar también que la “decreación” que
ella recomienda es prerrequisito para que el “todo” se haga en nosotros
gracias precisamente a esa entrega total de sí requerida para que
el mismo Dios encarne en uno… Las diferencias y similitudes entre el
“poder” al que se refiere Don Juan (vía Castaneda) y el amor impersonal
que informa la trayectoria de Simone Weil podrían ser tema de una
disertación para la cual yo, en particular, no me siento enteramente
preparada: hay quienes ven en Castaneda al diablo mismo y hay quienes lo
identifican con el Cristo; curiosamente, la fecha de nacimiento de C.C.
fue un 25 de diciembre. ¿Cristo o Anti-Cristo?]
Simone
Weil piensa que hay que buscar que las diferencias no disminuyan la
amistad y que la amistad no nos empuje a atenuar las diferencias.
Si el “yo” es odioso, el “nosotros” es peor: su resultado es el
totalitarismo. A pesar de lo cual disfrutó mucho de la camaradería
cuando llegó a ser militante sindical. Pero para ella siempre fue un
deber preservar la verdad en sus relaciones y no dejó de ser muy franca;
decía lo que en conciencia pensaba tener la obligación de decir.
Exhortaba a sus amigos a dar lo mejor de sí mismos. Era exigente en esto
como en todo. Sospechaba de la indulgencia que puede nacer de la
complicidad y tendía a ser más estricta con sus amigos que con los
demás.
“El
amor es querer compartir el sufrimiento del desdichado cuando uno es
feliz y cuando se siente uno desdichado sentirse feliz con la felicidad
del otro”.
Semejante amor es sobrenatural, del orden de la gracia.
“La
amistad pura”, dice, “es una imagen del la amistad original y perfecta
que es la de la Trinidad y que es la esencia misma de Dios: es
imposible que dos seres humanos sean uno y que no obstante respeten
escrupulosamente la distancia que los separa a menos de que Dios esté
presente en cada uno de ellos: . . . la verdadera amistad pasa por
Cristo”. (Citas de sus Cahiers, I…)
“En
cada una de las tres relaciones señaladas por la palabra amistad, Dios
siempre es mediador. Es mediador entre sí mismo y sí mismo. Es mediador
entre un hombre y otro hombre. Dios es esencialmente mediación.
Dios es el único principio de armonía. Es por lo que el canto conviene a
su alabanza”. (Cita de “Intuiciones pre-cristianas”.)
Apunta
S.W. que en las agrupaciones humanas “los términos ya no son yo y el
otro o yo y los otros sino fragmentos homogéneos de nosotros . . . se
encuentran ligados sin que haya mediación. . . y nada es más contrario a
la amistad que la solidaridad, provenga ésta de la camaradería, de la
simpatía personal o de la pertenencia a un medio social, convicción
política o incluso nación o confesión religiosa. Ve el tercer
mandamiento “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” como la
forma divina de prevenir que la amistad se convierta en un apego impuro o
en odio . . .
“La
amistad pura como la caridad hacia el prójimo encierra algo así como un
sacramento”. (ver “A la espera de Dios”.)
Pero,
así como la amistad no es nada fácil, la amistad perfectamente pura es
algo muy raro. Sólo el amor incondicional es puro aunque es
también una locura. Y habla del amor de la madre por su hijo como
la mejor imagen que podamos hallar aquí abajo del amor incondicional.
Pero este amor, dice, puede agotarse: “Sólo el amor de Dios y el
amor anónimo del prójimo son incondicionales . . . [a lo cual] puede
añadirse el amor (amistad) entre dos amigos de Dios que han llegado
sobre el camino de la santidad más allá de ese punto en el que la
santidad es algo definitivo. Puesto que la única condición para
esta amistad es la perseverancia en la santidad tanto del uno como del
otro”. (De CS, Conocimiento sobrenatural.) Algo muy raro…
Pero
puede haber destellos de tal amistad entre personas que no son santas
–aunque no sea más que por un instante, así como puede darse entre
enemigos mortales en medio de una guerra.
En
su conclusión a este estudio que he traducido en partes, transcrito y
acotado, Micheline Mazeau señala cómo, en el amor carnal, el placer de
los amantes puede también convertirse en un trampolín que les permite
pasar del amor profano al amor sagrado. [SMV: --que es a lo que apuntan
las practicas del tantrismo, por ejemplo, y lo que igualmente se
vislumbra en Las enseñanzas de Don Juan.]
El
camino escogido de Simone Weil será el del ascetismo cristiano, pero no
dejará de desearles a sus amigos la posibilidad del júbilo, de la
felicidad, de la plenitud. Esa trascendencia a la que a veces acceden
las parejas que logran culminar su unión en la
perfección. |